1. |
Soneto a mi amor
02:21
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Doble sobre mi brazo la cabeza
mi hueso es casi amor, es casi infierno,
es casi soledad, es casi invierno,
es casi eternidad, casi tristeza.
Suba su lengua lo que el llanto empieza
lo que guardo de efímero y de tierno,
la bala que dispara mi voz
la terquedad de mi naturaleza.
Sirva como bujía o candelabro
que cierre tras de mí lo que yo abro
que abra frente a mí lo que yo cierro.
Y que siga después de mi derrota
dando su piel de fe, gota por gota
como la herrumbre sobre un viejo hierro.
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2. |
Año por año
01:42
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Puedo caer en la ternura
más espectacular y estarme en ella
como la soledad en la botella
o la alucinación en la locura.
Salgo de mí, me llego a la dulzura
que siempre estuvo lejos de mi huella
y cambio por la flor la dura estrella
que me sostuvo en lumbre y desventura.
Quieta, con la paciencia definida
el ojo verde en gris, dispuesta ahora
me miro melancólica y extraña
andar por los contornos de una herida.
Ésa que sin quererlo a veces llora
soy yo, que vuelvo atrás, año por año.
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3. |
Viajera
02:41
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Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro.
Cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra.
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4. |
Elogio de la sombra
02:27
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Oscuro espejo del hombre, sombra cautiva,
humo que lame la tierra cuando el sol desata el día,
y más que piedra y cardones los cerros son lejanía,
sombra furtiva, la vuelve el alba.
No nombro a la sombra amarga del prisionero
ni a la que presta a la muerte opacas flores de duelo,
sino a aquella derramada desde el mollar hasta el sueño
sombra cautiva, la vuelve el alba.
La luz persigue a la sombra que se refugia
en viejos patios regados por el tiempo y por la lluvia
y entre sauces donde el aire mece un silencio de espuma,
sombra cautiva, la vuelve el alba.
El amor carga en sus soles sombras furtivas
que le arrancan a la noche rincones de noches tibias
y juegan sobre las aguas con ángeles de ceniza,
sombra cautiva, la vuelve el alba.
A la orilla de mis pasos
mi sombra anda,
me la arrebata la noche,
la vuelve el alba.
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5. |
Me voy quedando
04:13
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Me voy quedando ciega
la luz titila en mis huesos
sólo la noche derrama
su esperanza en el silencio dorado, herido
por lunas que pasan cantando.
Me voy quedando sola
lejos del cielo y del tiempo,
entre huellas desoladas
sin mujeres y sin perros que huelen los rastros
por donde transitan los sueños.
A veces no sé quien soy
la lanza de mi silbido
va alborotando recuerdos,
desenredando los caminos
mientras mi risa, cae al abismo.
Me voy quedando huraña
embalsamando destinos
no me arrepiento de nada
el bien y el mal son olvido, estuches del aire
que guardan la pena y el grito.
Me voy quedando libre
sin arribos ni regresos,
está sobrándome el alma
para cantarle a los huesos curiosos de rumbos
que linden sabores eternos.
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6. |
Iluminada
02:52
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Cuanta soledad encierra el silencio
para quién no escucha más que su propia voz.
Cuánto silencio encierra la soledad
para quién no conoce más que su propio sonido.
El alma se enreda en cáscaras de sentido,
murmullos incesantes, vaivenes de palabras.
El cuerpo se pierde en gestos que son ajenos,
miradas que escapan y pasos inciertos...
Oye la voz que habita en el silencio
y te abriga con su luz.
Puedes tocarla, rozar su sonido,
te iluminas al cantar.
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7. |
Cómplice
02:07
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Remolino intenso me habitó,
restos del naufragio que pasó
en lo oscuro, al cantar, busco yo.
Viejas voces no van a volver,
se demora el tiempo en madurar,
sólo escucho la lluvia al caer.
La alegría arroja su puñal
y se enciende el único cristal
con que puedo mirar sin llorar.
Sonrío de placer al ver
que no hay papel para escribir el dolor...
soy cómplice de esta canción
en que se obstina en revivir
mi corazón.
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8. |
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Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados
grismente en el alba,
los vestidos de pájaro
desolado en la lluvia.
Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición del sol
en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.
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9. |
Canción sin patria
02:58
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Mis pasos se amanecen una noche cualquiera
en una calle leve sin miradas ni esquinas,
un viejo alcohol añade un sombrero a mi sombra
un sombrero que vuela
que se empina.
Me acompaña un murmullo de cristales azules
y algún gato dormido sobre sus propios sueños
debajo no hay baldosas, maderas ni destino
sólo sueños de gato
sólo sueños.
Una lluvia de nada espeja en las paredes
la música distante de alguna despedida
o un brevísimo encuentro que dura para siempre
enredado a la muerte
y a la vida.
Hay una puerta abierta de esperanza y neblina
que me deja en la mano un revólver y un beso
y una tibieza antigua volcándome en los ojos
cien viajes incesantes
y un regreso.
Esta canción caída de una noche de humo
ha quedado abandonada en la ventana
no tiene patria, ni dios, ni tiene olvido,
sólo espera el velado fulgor de la mañana.
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10. |
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Las paredes uniendo veredas imposibles
el vértigo del río que baja y que se aleja
una arena dolida rozándonos la boca
y el fantasma de un puerto adonde nadie llega.
Las cuentas y los cuentos, los dueños, los empeños,
nos mojan las mejillas con húmedos caminos
con murales pintados en paredes caídas
sobre los pasos tuyos, sobre los gestos míos.
Es ése mi país
de allí te ví partir
sin decirte que vuelvas.
Es ése mi país
como un violento gris
junto a un sol detenido.
Hay un rostro cambiante por andenes y muelles
y una voz campesina invocando la lluvia,
entre ambos un aroma de vino entristecido
y también un bullicio de veranos y frutas.
La lluvia que enamora y la lluvia que duele,
el sudor que maldice y el fuego que alimenta,
una luna aterida por un silbido solo
y otra luna incendiando su flor entre la niebla.
Es ése mi país
con su pobre raíz
y sus ramas de espuma.
Es ése mi país
como un tango infeliz
bailado en plena fiesta.
Abandono en la orilla mi cansancio de adioses,
con lentitud de barco voy quedando dormido
y sueño con un perro que sueña que es un hombre
que se mira en el agua y se descubre río.
Es ése mi país
de aquí te ví partir,
la ñata contra el vidrio.
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11. |
Nocturno con patio
05:41
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Animal vasto de misterio y sombra
bajo encantadas lunas de papel,
aspira el aire insomne y la memoria
le escribe historias lentas en la piel.
Pienso en el eco de un piano brumoso
entremezclado con la suavidad
con que umbrío tiempo se derrama
de los relojes a la eternidad.
El patio en sombras descubre otro cielo
tenue y familiar,
y una hojarasca de voces dormidas
que nombran el alma de las galerías
y ya amanecidas,
se van.
Tal vez el hombre que bebe callado
el vino negro, sin saber está
uniendo los pedazos desmembrados
de un sol que enamoró la oscuridad.
Ya no es la casa mas que un patio solo
y la sesgada luz, como un amor
que vuelve cada noche a acariciarlo
con sus secretas flores sin color.
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12. |
Candombe del yo no sé
05:58
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Los nombres cargan el nombre de lo que amamos
vestigios de algún camino que en los ojos se quedó
trazando la certidumbre de lo pasado,
lo que callados dijimos,
lo que sin hacer hicimos y nos dibuja la línea del corazón.
Cuál será?
yo no sé,
el sonido en que se mire la vida al amanecer.
Ayer es el largo instante que se demora
en la humedad de la piedra donde un ángel se durmió
murmurando una palabra que el sol trastoca
cuando abre su boca el cielo
y el azul es un entero grito que brota del fuego y la sinrazón.
No sé en qué país despierto, qué nombre tengo
para regalarle al ciego que me ha prestado la voz
con que voy desempolvando colores tensos
gracias de luz campesina
junto a la bárbara esquina en que la guerra se acuesta con el amor.
Me quedo en tus labios simples, acariciando
las lluvias en que se ahogan los senderos de la sed
y en los ocultos espejos de lo innombrado
recojo esta pluma y subo
con alas de barro y humo enamorada de un siglo por encender.
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13. |
Vamos yendo
03:48
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Vamos yendo
el caballo sobre los rumbos del aire
vamos yendo, tocando, sintiendo
la enorme deshora escondida en la tarde.
Tras las puertas
leve telaraña de voces cautivas
tras las puertas, resecas de ausencia
los ecos devuelven canciones perdidas.
El camino
derramado sino de huellas y encuentros
el camino, ignora el destino
es apenas tierra que barrerá el viento.
Como un río
cerrero que baja regando la siembra
como un río, agüita de olvido
que el invierno vuelve al silencio y la piedra.
El silbido
cuchillo de pena que deja el que parte
el silbido, lleva sobre el filo
la antigua armonía de las soledades.
Vamos yendo
un rumor opaco nos besa los pasos
vamos yendo, y el sol ceniciento
es un ojo tibio mirando el ocaso.
pero es más
mucho más
vamos yendo
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