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VOCES

by Nora Benaglia

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1.
Doble sobre mi brazo la cabeza mi hueso es casi amor, es casi infierno, es casi soledad, es casi invierno, es casi eternidad, casi tristeza. Suba su lengua lo que el llanto empieza lo que guardo de efímero y de tierno, la bala que dispara mi voz la terquedad de mi naturaleza. Sirva como bujía o candelabro que cierre tras de mí lo que yo abro que abra frente a mí lo que yo cierro. Y que siga después de mi derrota dando su piel de fe, gota por gota como la herrumbre sobre un viejo hierro.
2.
Puedo caer en la ternura más espectacular y estarme en ella como la soledad en la botella o la alucinación en la locura. Salgo de mí, me llego a la dulzura que siempre estuvo lejos de mi huella y cambio por la flor la dura estrella que me sostuvo en lumbre y desventura. Quieta, con la paciencia definida el ojo verde en gris, dispuesta ahora me miro melancólica y extraña andar por los contornos de una herida. Ésa que sin quererlo a veces llora soy yo, que vuelvo atrás, año por año.
3.
Viajera 02:41
Sólo la sed el silencio ningún encuentro. Cuídate de mí amor mío cuídate de la silenciosa en el desierto de la viajera con el vaso vacío y de la sombra de su sombra.
4.
Oscuro espejo del hombre, sombra cautiva, humo que lame la tierra cuando el sol desata el día, y más que piedra y cardones los cerros son lejanía, sombra furtiva, la vuelve el alba. No nombro a la sombra amarga del prisionero ni a la que presta a la muerte opacas flores de duelo, sino a aquella derramada desde el mollar hasta el sueño sombra cautiva, la vuelve el alba. La luz persigue a la sombra que se refugia en viejos patios regados por el tiempo y por la lluvia y entre sauces donde el aire mece un silencio de espuma, sombra cautiva, la vuelve el alba. El amor carga en sus soles sombras furtivas que le arrancan a la noche rincones de noches tibias y juegan sobre las aguas con ángeles de ceniza, sombra cautiva, la vuelve el alba. A la orilla de mis pasos mi sombra anda, me la arrebata la noche, la vuelve el alba.
5.
Me voy quedando ciega la luz titila en mis huesos sólo la noche derrama su esperanza en el silencio dorado, herido por lunas que pasan cantando. Me voy quedando sola lejos del cielo y del tiempo, entre huellas desoladas sin mujeres y sin perros que huelen los rastros por donde transitan los sueños. A veces no sé quien soy la lanza de mi silbido va alborotando recuerdos, desenredando los caminos mientras mi risa, cae al abismo. Me voy quedando huraña embalsamando destinos no me arrepiento de nada el bien y el mal son olvido, estuches del aire que guardan la pena y el grito. Me voy quedando libre sin arribos ni regresos, está sobrándome el alma para cantarle a los huesos curiosos de rumbos que linden sabores eternos.
6.
Iluminada 02:52
Cuanta soledad encierra el silencio para quién no escucha más que su propia voz. Cuánto silencio encierra la soledad para quién no conoce más que su propio sonido. El alma se enreda en cáscaras de sentido, murmullos incesantes, vaivenes de palabras. El cuerpo se pierde en gestos que son ajenos, miradas que escapan y pasos inciertos... Oye la voz que habita en el silencio y te abriga con su luz. Puedes tocarla, rozar su sonido, te iluminas al cantar.
7.
Cómplice 02:07
Remolino intenso me habitó, restos del naufragio que pasó en lo oscuro, al cantar, busco yo. Viejas voces no van a volver, se demora el tiempo en madurar, sólo escucho la lluvia al caer. La alegría arroja su puñal y se enciende el único cristal con que puedo mirar sin llorar. Sonrío de placer al ver que no hay papel para escribir el dolor... soy cómplice de esta canción en que se obstina en revivir mi corazón.
8.
Son mis voces cantando para que no canten ellos, los amordazados grismente en el alba, los vestidos de pájaro desolado en la lluvia. Hay, en la espera, un rumor a lila rompiéndose. Y hay, cuando viene el día, una partición del sol en pequeños soles negros. Y cuando es de noche, siempre, una tribu de palabras mutiladas busca asilo en mi garganta para que no canten ellos, los funestos, los dueños del silencio.
9.
Mis pasos se amanecen una noche cualquiera en una calle leve sin miradas ni esquinas, un viejo alcohol añade un sombrero a mi sombra un sombrero que vuela que se empina. Me acompaña un murmullo de cristales azules y algún gato dormido sobre sus propios sueños debajo no hay baldosas, maderas ni destino sólo sueños de gato sólo sueños. Una lluvia de nada espeja en las paredes la música distante de alguna despedida o un brevísimo encuentro que dura para siempre enredado a la muerte y a la vida. Hay una puerta abierta de esperanza y neblina que me deja en la mano un revólver y un beso y una tibieza antigua volcándome en los ojos cien viajes incesantes y un regreso. Esta canción caída de una noche de humo ha quedado abandonada en la ventana no tiene patria, ni dios, ni tiene olvido, sólo espera el velado fulgor de la mañana.
10.
Las paredes uniendo veredas imposibles el vértigo del río que baja y que se aleja una arena dolida rozándonos la boca y el fantasma de un puerto adonde nadie llega. Las cuentas y los cuentos, los dueños, los empeños, nos mojan las mejillas con húmedos caminos con murales pintados en paredes caídas sobre los pasos tuyos, sobre los gestos míos. Es ése mi país de allí te ví partir sin decirte que vuelvas. Es ése mi país como un violento gris junto a un sol detenido. Hay un rostro cambiante por andenes y muelles y una voz campesina invocando la lluvia, entre ambos un aroma de vino entristecido y también un bullicio de veranos y frutas. La lluvia que enamora y la lluvia que duele, el sudor que maldice y el fuego que alimenta, una luna aterida por un silbido solo y otra luna incendiando su flor entre la niebla. Es ése mi país con su pobre raíz y sus ramas de espuma. Es ése mi país como un tango infeliz bailado en plena fiesta. Abandono en la orilla mi cansancio de adioses, con lentitud de barco voy quedando dormido y sueño con un perro que sueña que es un hombre que se mira en el agua y se descubre río. Es ése mi país de aquí te ví partir, la ñata contra el vidrio.
11.
Animal vasto de misterio y sombra bajo encantadas lunas de papel, aspira el aire insomne y la memoria le escribe historias lentas en la piel. Pienso en el eco de un piano brumoso entremezclado con la suavidad con que umbrío tiempo se derrama de los relojes a la eternidad. El patio en sombras descubre otro cielo tenue y familiar, y una hojarasca de voces dormidas que nombran el alma de las galerías y ya amanecidas, se van. Tal vez el hombre que bebe callado el vino negro, sin saber está uniendo los pedazos desmembrados de un sol que enamoró la oscuridad. Ya no es la casa mas que un patio solo y la sesgada luz, como un amor que vuelve cada noche a acariciarlo con sus secretas flores sin color.
12.
Los nombres cargan el nombre de lo que amamos vestigios de algún camino que en los ojos se quedó trazando la certidumbre de lo pasado, lo que callados dijimos, lo que sin hacer hicimos y nos dibuja la línea del corazón. Cuál será? yo no sé, el sonido en que se mire la vida al amanecer. Ayer es el largo instante que se demora en la humedad de la piedra donde un ángel se durmió murmurando una palabra que el sol trastoca cuando abre su boca el cielo y el azul es un entero grito que brota del fuego y la sinrazón. No sé en qué país despierto, qué nombre tengo para regalarle al ciego que me ha prestado la voz con que voy desempolvando colores tensos gracias de luz campesina junto a la bárbara esquina en que la guerra se acuesta con el amor. Me quedo en tus labios simples, acariciando las lluvias en que se ahogan los senderos de la sed y en los ocultos espejos de lo innombrado recojo esta pluma y subo con alas de barro y humo enamorada de un siglo por encender.
13.
Vamos yendo 03:48
Vamos yendo el caballo sobre los rumbos del aire vamos yendo, tocando, sintiendo la enorme deshora escondida en la tarde. Tras las puertas leve telaraña de voces cautivas tras las puertas, resecas de ausencia los ecos devuelven canciones perdidas. El camino derramado sino de huellas y encuentros el camino, ignora el destino es apenas tierra que barrerá el viento. Como un río cerrero que baja regando la siembra como un río, agüita de olvido que el invierno vuelve al silencio y la piedra. El silbido cuchillo de pena que deja el que parte el silbido, lleva sobre el filo la antigua armonía de las soledades. Vamos yendo un rumor opaco nos besa los pasos vamos yendo, y el sol ceniciento es un ojo tibio mirando el ocaso. pero es más mucho más vamos yendo

about

Intuyo que cada semilla
es la plenitud mayor del ofrecimiento,
pues no posee certezas de fruto.

Intuyo que cada sonido
es un regreso a lo entrañable que se recupera
y una gota de vida por beber.

Por eso
estas semillas de sonido,
flechas hacia,
final y comienzo,
nombres que regresan.

Las ofrezco
en mi canto.

credits

released December 29, 2006

invitados:
Tomás Lebrero, bandoneón en temas 3, 9, 11 y 13
Fulanas Trío (Cecilia Picaroni, Silvina Cañoni, Vilma Wagner), percusión y voces en 4 y 12
Hugo Maldonado, bajo y percusión en tema13

El CD está grabado y mezclado en SONOSFERA (La Plata), por Juan Martín Albizick, excepto tomas instrumentales de Vamos Yendo, grabadas por Emiliano Gordillo (Tilcara).
Las fotografías son de Sebastián Szyd y Humberto Allegretti, el diseño gráfico de Remo Leaño.

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Nora Benaglia Maimara, Argentina

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